unos pasitos en la infancia...

Cuando tenía 11 años mi mejor amiga Marta me dio a guardar una dedicatoria en unas hojas de su diario que se la había escrito un chico. Le dedico una canción aún la recuerdo era la de Alejandro Sanz – mi soledad y yo. Su madre siempre revisaba sus cosas y ella no quería que encuentre esa dedicatoria, por vergüenza creo. Este chico era mayor por unos 7 años.
Aún recuerdo cuando se acerco ese chico a hablar con ella, y se quedo muda, y yo tuve que llevármela.
Aún recuerdo que cuando le bajo su período a mi amiga le daba vergüenza contárselo a su madre. Recuerdo que tuve que explicarle como usar las toallas y tuve que comprárselo un paquete. Paso unos meses antes que su madre se de cuenta. Y cuando se enteraron en su casa se lo festejaron con helado, y reunión familiar porque ya era toda una señorita. Se murió de la vergüenza.
Recuerdo que iba a su casa todos los fines de semana para jugar, pasar tiempo, y hablar de tonteras y reír de las mismas. Recuerdo cuando construimos un columpio en su garaje y nos golpeamos contra el auto que tenía.
Recuerdo que le encantaba ir en taxi a todo lado. Y como odiaba el transporte público.
Nos conocimos a los 7 años y recuerdo que fue la primera en mi vida en regalarme una tarjeta en el día de la amistad, me dio una tarjeta grande y hermosa. Jamás lo olvidaré, aún la tengo guardada.
Recuerdo que Marta le tenía fobia a los lugares cerrados, y se desmayaba si estaba en uno.
Recuerdo que cuando se abuela fue diagnosticada de cáncer me llamo y fui a su casa para sacarla de ahí, porque la tristeza que los embargaba era mucha. Recuerdo a su abuela echada en su cama con un suero. Recuerdo las pelucas de su abuela sobre su conejo de peluche de Marta. Recuerdo que cuando falleció su abuela, me llamo para llorar. Recuerdo que esa fue la última llamada de ella. Y luego desapareció. Hace ya más de 15 años paso eso.
Hace un par de días me encontré con ella. Hace ya un año me había buscado por facebook, y me escribió. Pero hace unos días vino a mi ciudad y nos volvimos a ver. Nos dimos un abrazo largo. Y me conto que después de la muerte de su abuela, se habían trasladado a otra ciudad al oriente de mi país. Y desde entonces vivió allá. Me conto lo duro que fue su vida hasta ahora. Y que como yo tuvo un desamor hace como un año. Me conto que la única amiga de la infancia que recuerda soy yo.
Hubo tantos detalles que recordamos, que ahora me doy cuenta cuan feliz fue mi infancia compartida con ella. Sé que les puede sonar a una historia más de amistad, pero esta cargada de emociones, y sobre todo me hace valorar que a pesar de los años a pesar de la distancia la amistad continúa. La amiga que tuve sigue siendo la misma. Y me alegra ver el camino que recorrí y todo lo que pude sembrar lo cosecho en el momento menos pensado.
El amigo debe ser un maestro en el arte de adivinar y callar: no debe querer verlo todo